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viernes, 18 de mayo de 2007

María también regresa

Mi madre se fue a dormir al nicho del cementerio tras hacer sonar, con el ataúd abierto, las notas largas, viscerales, hondas y sentimentales, de La Muixeranga. Los papeles oficiales de mi madre decían que se llamaba Eugenia Salut, pero añadiendo “conocida por María”.

... Mi madre murió una noche en que en la televisión emitían Los miserables, de Víctor Hugo, porque, a pesar de ser conservadora, tenía, a su manera, consciencia de clase... Cuando le dio la crisis cardiaca me dijo que no llamara al médico, porque sabía que se estaba despidiendo... No obstante, por si acaso se equivocaba, llamé al 112, y, desde el otro lado del cable telefónico (viendo yo a mi madre en la cama), me preguntaron: “¿Qué síntomas tiene?”. Y tuve que responder: “Ahora, ya, ninguno”. Y permanecí echado junto a ella, cosa de una hora, antes de llamar a los familiares, porque sospechaba que lo seguía escuchando todo. Mi madre murió, pues, hay que decirlo, junto a una especie de gran estampa enmarcada de la Mare de Deu de la Salut.

Hace alrededor de una semana, pues, que publiqué en Periodista Digital un artículo esencial en mi biografía, como también lo es éste, se titulaba Volver a Algemesí… Porque era yo el que volvía con dos tangos y pico a la vez; es decir, con más de cuarenta años de ausencia. Ahora es ella, mi madre, la que a la postre me trajo a este Valle de Lágrimas, que es la misma vida, la que regresa conmigo.

Yo recuerdo el sol resplandeciente de una mañana perfectamente seria dentro de la jovialidad de todas las mañanas, andando tras el coche del último viaje hacia el tanatorio de la calle Albalat, tantas veces ahora contemplado en cuestión de días. Creo que si mi madre estuviera en estos instantes viéndome, que tal vez lo esté, aunque no creo…, me volvería a decir aquello de “no te metas en política” y "que se apañen"...

Pero no le puedo obdecer del todo. No puedo porque durante estos últimos años, los intentos que he hecho de publicar en éste, mi pueblo natal, desde la época de Joan Girbés, siempre han sido infructuosos. Sólo ahora unas personas de bien del Partido Popular me prestan su atención. Y yo soy un hombre que, parafraseando a León Felipe, viene de muy lejos y casi siempre descubre con una simple mirada la clase de quien le escucha, o ni tan siquiera le escucha.

Esta columna, este blog, como se llaman ahora estas cosas, es visceralmente político y cultural, con unos valores sobre los que se sustenta: la no explotación del hombre por el hombre, la unidad y diversidad cultural de España y el arraigo en lo más nuestro. No faltará quien aduzca que no está escrito en valenciano. Y bueno, qué… Ya lo estará en la medida en que asumo el bilingüismo real de la Comunidad.

Hoy es, como todos, un día memorable que sólo me es entristecido por las amarguras comunes a cualquier ser humano. Tampoco es cosa ahora de mostrar las llagas ni rasgarse las vestiduras ante nadie. No. Hoy es un día sereno, asumidor de los dolores de vivir y también de los pocos instantes de esperanza que las horas traen y me traen.

Hoy es el día en que mi madre me vuelve a parir en el pueblo que me parió: es decir, Algemesí.

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